El pensamiento se dirige ahora a la Madre de la Misericordia. La dulzura de su mirada nos acompañe en este Año Santo, para que todos podamos redescubrir la alegría de la ternura de Dios. Ninguno como María ha conocido la profundidad del misterio de Dios hecho hombre. Todo en su vida fue plasmado por la presencia de la misericordia hecha carne. La Madre del Crucificado Resucitado entró en el santuario de la misericordia divina porque participó íntimamente en el misterio de su amor.
Bula Misericordia Vultus, 24. Papa Francisco
Ella que siempre ha sido y será Misionera de la Paz y del Amor, que mediante sus Aguas Santas nos colme de sus gracias y bendiciones a todos.
Feliz Navidad.
Antonio Manuel Sarmiento Lara
Hermano Mayor
